Todos vemos a nuestros amigos dos o incluso tres veces por semana. El cariño hace eso, atrae, llama a ocupar los tiempos libres en compañía. Ahora, ¿qué pasa cuando son seis de los siete días de la semana que se comparten? Sí, hay desgaste, lógicamente, pero se forma otro vínculo también. Saber que siempre se cuenta con el otro (guste o no, prácticamente).
Al margen de esa asiduidad, y más al punto que me trae a escribir en este espacio, si uno hace las cuentas saca que, a menos que seamos dos mantenidos empedernidos, cinco de esos días son en ámbito laboral; pero bajo ningún concepto eso le quita méritos al sexto día. Por el contrario, lo enaltece. Porque ese es optativo. Y no paga horas extra, necesariamente (lejos de hacerlo). Hace cinco años que Patricio Re elige, además de fumarme toda la semana, hacerlo en uno de sus días libres.
Primer partido, 2011 |
En realidad, apersonándose los sábados lleva casi ocho, con algún intervalo ajeno a su voluntad. Desde el 2011, en aquel picado de la playa de Villa Gesell en el que me invadió una sensación de libertad para quedarme arriba porque había un pibe atrás que sacaba todo, que tengo el placer de compartir equipo con él. Hace poco menos de una década que cada vez que
Decir que reemplazar a alguien así es imposible es una obviedad, por lo que me ahorraré la saliva virtual (aunque esta oración es notoriamente más larga que si lo hubiese dicho). Pero mierda que es difícil. No viene al caso ahora, de todas formas, el relevo. Viene al caso que te nos
Increíblemente no encontré ninguna tuya yendo al piso |