viernes, 8 de octubre de 2010

Una Pasión Inexplicable

Pisó el embriague, puso punto muerto y apagó el motor, dejando su Chevy estacionado en un hueco ubicado en la calle Sucre, en el barrio de Belgrano. Se dirigió hacia una puerta incrustada en una roja pared, puso la llave en la cerradura, movió el picaporte y acto siguiente ingresó a su hogar, en donde lo esperaban su esposa Camila y sus dos hijos varones: Lautaro, de 8 años y Fernando, de 7. Saludó a cada uno de ellos con alegría y, gesto de cansancio mediante, se sentó en la mesa para disfrutar de una deliciosa cena, en la cual se encargó de describir una gran variación de situaciones que ese día había vivido, que se extendían desde diferentes ideas que había tenido para su próxima novela, hasta comentarios absurdos que varios de sus alumnos efectuaron en la Facultad ubicada en la calle Puan.

Una vez finalizada la cena, se dirigió hacia la computadora antes de irse a dormir, para revisar su correo electrónico e informarse en los diarios que habitualmente ofrece el fenómeno cibernético. Mientras lo hacía, el mayor de sus hijos, Lautaro, lo interrumpió con una pregunta cuya respuesta siempre ha sido difícil de encontrar.

‘¿Qué es la pasión, papi?’, preguntó el pequeño niño, ‘Porque hoy en la escuela un amigo me dijo algo de eso que no entendí’, siguió con rostro de pequeña tristeza.

Sorprendido por la profundidad de la pregunta, su padre, sonrisa mediante, respondió:

‘Mmm… Una pasión es algo que vos querés mucho, algo que harías por más que te sea difícil, porque no podes dejar de hacerlo, aunque llueva o truene.’

‘¿Tenés o tuviste alguna vos?’, interrogó el chico en pos de buscar un ejemplo para su investigación.

Ante esta última pregunta, su mente se paralizó. Muchas cosas pasaron por su cabeza: conciertos de jazz, libros vanguardistas, novelas ficticias, películas de Hitchcock, entre otras. Sin embargo, muchas fluyeron, pero solo una quedó, por ser su mayor pasión de adolescente y porque, en ella, estaban incluidos sus mejores amigos.

‘Sí, he tenido’, afirmó, ‘pero, querido hijo, la pasión es algo inexplicable. Podrás tener una, dos o veinte, pero nunca vas a encontrar una definición para explicarlas, solamente vas a poder sentirlas’, exclamó con entusiasmada seguridad.

‘Pero quiero saberlo ahora, papi’

‘Posiblemente no puedas, hasta el momento que sientas una…., ahora dale Lauti, andá a dormir que se hace tarde’

Ansioso y enojado por no poder descubrir aquello que lo llevó a interrogar a su padre, Lautaro cumplió la orden y se fue a la cama, sin haber entendido el verdadero significado de la palabra ‘pasión’. Quizás lo hubiera logrado comprender un poco más si se dirigía hasta el armario, abría la puerta del mismo y encontraba una foto vieja, que detrás del polvo que la cubría mostraba varias personas felices posando con sus camisetas negras y verdes y una pelota de futbol, y en cuya parte baja decía:

‘Gracias por todo Polaco, te queremos mucho: los pibes de Pesto’



Dedicado pura y exclusivamente a Santiago Bravo de la Serna, protagonista real de esta historia ficticia, a quien quiero decirle que lo quiero mucho y que en los bueno momentos pero principalmente en los malos, todos sus amigos siempre estarán siempre allí para ayudarlo.

Por Santiago Núñez, me pareció apropiado agregarlo también al blog

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