viernes, 18 de junio de 2010

Latidos

Recién era lunes, y la ansiedad ya le traía problemas para dormir. A penas comenzaba la semana y él ya estaba soñando despierto con el evento del sábado, aquel que él estaba seguro que marcaría su estado de ánimo, al menos, hasta septiembre del año corriente. El martes tampoco pudo evitar que su mente divague en fantasías, haciéndolo incapaz de conciliar el sueño por la noche. Al día siguiente ni siquiera la noticia de un nuevo miembro en la familia logró desviar el camino de sus pensamientos. El jueves la excitación podía verse reflejada en su rostro en todo momento y se notaba que su corazón se movía a un ritmo más acelerado del regular. Ni bien comenzó el viernes, su cabeza se rehusaba a dejar entrar cualquier tipo de información; tratar de comunicarse con él era en vano y sólo fuertes sacudidas podían traerlo de vuelta al mundo real, aunque sea por unos breves instantes. La noche de ese mismo día siguió el curso lógico de los eventos: la noche fue interminable, su imaginación dibujó alrededor de quince distintos desenlaces para la situación y su corazón latía cada vez más fuerte.

Levantose inconsciente de lo que hacía. Comenzó su rutina diaria sin noción alguna de ella. Preparose para salir y lo hizo cuanto antes, llegando antes que el resto. Sentose en el vestuario solitario, ensimismado con sus pensamientos y preocupado por el constante movimiento de su órgano vital que parecía incluso estar acercándose a su garganta. Esperó por la llegada de sus compañeros y comenzó a cambiarse. En el momento en que sacó la casaca de su bolso, su sangre comenzó a bombearse al doble de la velocidad que ya venía teniendo. Calzósela junto con el pantalón y los botines y se dispuso a salir a la cancha. Sin embargo el, ya a esta altura, dolor en su pecho le hizo replantearse las cosas dos veces: así no iba a poder jugar. Esperó a que los otros jugadores abandonasen el vestuario y mirose al espejo detenidamente. Era su destino, era su momento; no podía perdérselo. Decidió ceder ante la presión de su corazón y empujó con toda su voluntad al mismo hacia arriba; y luego, en un esfuerzo aún mayor, lo expulsó a través de su garganta. Atajolo y mirolo atentamente por unos instantes: así era mejor. Finalmente salió a la cancha junto al resto de sus compañeros, con el corazón latiendo en su mano más fuerte que nunca.

6 comentarios:

Maru dijo...

vuelva el corazón a ese pecho, lo necesitará para correr!
me encantose pesto :)

Adúriz dijo...

jaja gracias maru :)

DT dijo...

pura leche

juanchi dijo...

buenaa, asi hay q jugar, con el corazon en las manos y el cuchillo entre los dientes... Vamos pesto, este año se puedeeeeeee

Mariposa Lunar dijo...

Y bueno lic, le pasa por salir a jugar resfriado...

Mariposa Lunar dijo...

muy poetica su entrada, gusto gusto